MATERNIDAD Y EL RITO DE INICIACIÓN

El rito de iniciación de la maternidad, marcado por el embarazo y el nacimiento de un bebé, ha sido considerado por muchas culturas de todo el mundo como un rito sagrado de iniciación, en el que tanto el bebé, como a la madre, la familia y la comunidad, se preparaban para la llegada de una nueva vida.

Como llegamos a este mundo, marca en gran medida el desarrollo que tendremos en nuestras vidas. Por esta razón, culturas de todo el mundo crearon  formas de honrar y celebrar el embarazo y el nacimiento de un nuevo ser a través de ceremonias, rituales físicos, sociales y espirituales. 

Estas ceremonias ayudaban a las madres a transitar estos pasajes vitales, a dar la bienvenida de los hijos en este mundo y a preparar a toda la comunidad para crear una red de soporte y de cuidados para la madre y su bebé.

Los ritos de iniciación son procesos que suceden durante los hitos existenciales que marcan la transición de un momento trascendental en nuestra vida. El embarazo y el nacimiento de una hija o hijo marca uno de los procesos más trascendentales y místicos que puede experimentar una mujer.

Trascendental, porque la mujer que era, trasciende hacia una nueva versión de sí misma, que al principio parece desdibujada porque está todavía en proceso de definición. Este proceso de creación de vida en nuestras propias entrañas, saca a relucir lo más primario y mamífero en nosotras, y a través de ese proceso de creación, alumbramiento y lactancia, nos hacemos conscientes de lo tremendamente poderosas que somos y del misticismo que existe entorno a la maternidad.

La Maternidad y el rito de iniciación:

El rito de iniciación de la maternidad tiene 3 estadios bien diferenciados,  la separación, la transición y la reincorporación.

La separación comienza en el embarazo, cuando la mujer embarazada se va adentrando hacia su nuevo rol de madre, en este periodo se crea una separación con todo lo establecido, con lo que su vida ha sido hasta ahora. Una, ya no es la misma, ya que alberga una o varias vidas más y un cuerpo que muta y se prepara para parir en un proceso de autodescubrimiento que puede llegar a ser muy bonito o también pesado y angustioso. Todas las emociones son válidas porque cada una de nosotras vive sus propias circunstancias. 

Durante la última etapa del embarazo, es posible que comiences a mudar de piel, es decir, a dejar atrás aspectos de tu antigua identidad con los que ya no te sientes identificada. También hay una tendencia a buscar más momentos de soledad para reflexionar y asimilar todos estos cambios, mientras te preparas para el cambio monumental que se avecina en tu vida.

La transición comienza en el parto, después de 9 largos meses de espera en muchos casos llegamos al parto con muchas ganas y algunos temores, ante un momento que requiere un esfuerzo físico, emocional y físico inmenso. El parto es el umbral entre estados e identidades; aunque ya no eres la misma mujer que eras antes de parir,  aún no te has transformado completamente en la nueva mujer en la que te vas a convertir.  

Durante el parto parirás a tu bebé, pero también te parirás a ti misma como madre, disolviendo tu yo anterior, para mutar a una nueva versión que te llevará hacía un viaje desconocido donde establecerás tu nueva identidad, con nuevas prioridades, creencias y elecciones de estilo de vida.

La integración sucede durante el postparto, no hay un momento fijo, es un proceso de redefinición de una misma en función de todos los cambios han sucedido en tu vida. Poco a poco regresarás a actividades diarias y sociales, e irás integrando tu nueva identidad.

Dentro del rito de iniciación, esta es la parte más complicada. Todo dependerá de los apoyos con los que cuentes, el parto que hayas tenido y cómo te encuentres anímica y físicamente. Lo más importante es que te sientas arropada por tu familia o por una comunidad de apoyo.

Pedir ayuda y hablar con otras madres que estén o hayan pasado por lo mismo, es fundamental para transitar esta fase sin sentirnos aisladas e incomprendidas.

Independientemente de tu experiencia personal, date tiempo y maternate a ti misma también. La maternidad te cambiará  para siempre, te convertirá en una mujer más fuerte y te enseñará a amar a un nivel que seguramente desconocías hasta ahora.